RODARI (Lo que dijo)

LO QUE DIJO

(Tomadas de “Gramática de la Fantasía” y “Escuela de Fantasía”)

-¿Cómo va a leer un niño si en su hogar no se lee ni siquiera el periódico?

De la misma manera que no se puede ordenar a un árbol que florezca si no es en su estación, tampoco se puede obtener nada de los niños por la calle ancha de la obligación. Una técnica se puede aprender con pescozones: así, la técnica de la lectura. Pero el amor por la lectura no es una técnica y con pescozones – reales o ficticios – no se aprende.

-Tomen uno de los preciosos cuentos de Tolstoi, condene a un escolar a analizar nombres y pronombres, verbos y adverbios, y les garantizo que durante toda su vida, asociará el nombre de Tolstoi a una sensación visceral de fastidio que le mantendrá alejado de “Ana Karenina” como si de la peste se tratara y le hará huir de “Guerra y Paz” como si huyera de una nube de tábanos…La escuela como tribunal y no como vida.

El encuentro decisivo entre los chicos y los libros se produce en los pupitres del colegio. Si se produce en una situación creativa, donde cuenta la vida y no el ejercicio, podrá surgir ese gusto por la lectura con el cual no se nace, porque no es un instinto. Si se produce en una situación burocrática, si al libro se lo maltrata como instrumento de ejercitaciones (copias, resúmenes, análisis gramatical etc), sofocado por el mecanismo tradicional “examen – juicio”, podrá nacer la técnica de la lectura, pero no el gusto. Los chicos sabrán leer, pero leerán solo si se les obliga…

El adulto tiene a menudo la tentación de alabar sus tiempos, especialmente de la época de cuando era niño. No podemos pedir a los niños de hoy que prefieran un pasado que no es el suyo.

Más distracciones y más libros. ¿Es posible? No es que sea posible, sino que es un hecho. Y eso no depende de la cantidad ni de la calidad de las “distracciones”, sino del lugar que tenga el libro en la vida del país, de la sociedad, de la familia, de la escuela

La imaginación, en nuestras escuelas, es aún tratada como la pariente pobre en comparación con la atención y la memoria: escuchar pacientemente y recordar escrupulosamente constituyen aún las características del escolar modelo, que es además más cómodo y maleable.

-¿Vale la pena que un niño aprenda llorando aquello que puede aprender riendo? Si se acumulasen las lágrimas derramadas en los cinco continentes por culpa de la ortografía, se obtendría una cascada aprovechable para la producción de energía eléctrica. Pero me parece que sería una energía demasiado costosa.

-En la escuela se leen los textos para juzgarlos y clasificarlos, no para comprenderlos. La criba de la “corrección” retiene y revaloriza los guijarros, dejando pasar el oro.

Se toma a un muchacho, se toma un libro, se colocan los dos en una mesa y se prohíbe que el trío se divida antes de una determinada hora. Para garantizar el éxito de la operación, se anuncia al muchacho que al finalizar el tiempo estipulado deberá resumir en voz alta las páginas leídas. Las adaptaciones escolares son aún más sencillas. No hay más que decir: “Lee de aquí hasta aquí” y la orden se cumplirá sin más, aun con la complicidad de los padres.

¿Pero cuántos tienen la paciencia de leer un cuento a los niños, aunque tal vez ya sepan leer solos, o sabrían pero son perezosos para hacerlo, o lo hacen habitualmente y a pesar de todo necesitan, de tanto en cuanto, no estar solos con el cuento?

No siempre el aprendizaje de la lectura se efectúa de la forma más adecuada. Con excesiva frecuencia prevalecen las exigencias burocráticas de la escuela: los ejercicios, los exámenes orales, las notas, que interponen entre el niño y la página escrita obstáculos enormes.

-Las fantasías son una huida de la realidad; la fantasía es una dimensión de la realidad humana. Mediante la fantasía puede entrarse en el corazón de lo real tan a fondo como mediante la ciencia.

La poesía siempre es una victoria sobre el dolor.

-No se nace con el instinto de leer, como se nace con el de comer y beber.

La lengua es el aire en el que viven todas esas llamadas asignaturas.

-La escuela tradicional siempre se ha concentrado en dos cualidades de fondo: la atención y la memoria. Hoy habría que analizar otras funciones de la mente y de la personalidad infantiles: la creatividad y la imaginación.