Ana María Matute (Lo que dijo)

Ana María MatuteANA MARÍA MATUTE:LO QUE DIJO
(Publicado en la Revista PLATERO nº 197, sep – octubre, 2014)

– Me parece que a los jóvenes les distancia de la lectura la mala educación literaria que reciben en la escuela, los malos profesores de Literatura que tienen. Y los malos padres, que no leen. Cuando les cae un buen profesor, hace lectores a montones. Pero si dan con uno que les obliga a leer “El Buscón” a los diez años, huyen de la lectura. Eso lo que hace es asesinar las ganas de leer y odiar los libros en vez de amarlos y disfrutarlos.

– Los niños de mi obra son crueles porque la vida lo es. Se escribe para llamar la atención sobre la tristeza, no para explicar alegrías.

– Pocas cosas existen tan cargadas de magia como las palabras de un cuento. Los cuentos representan uno de los aspectos más inolvidables e intensos de la primera infancia. Ese cuento que no debe escribirse y lleva de voz en voz paisajes y figuras, movidos más por la imaginación del oyente que por la palabra del narrador

– La extraña Literatura infantil no puede ser dirigida, desinfectada. Historias donde no exista la duda, la zozobra, el ácido regusto del misterio nunca desvelado, jamás serán Literatura aceptada por los niños.

– Considero que la Literatura infantil, como género, tendría que ser muy importante en este mundo; es la que debe acercar la Literatura a los posibles lectores futuros. Y hay que tener cuidado, pues puede pasarles una de las dos cosas: convertirse en adictos fervientes u odiarla para siempre.

– Todos los cuentos de hadas son inmorales, amorales, sanguinarios, crueles, poéticos, dulces, esperanzadores, perversos e inocentes. El cuento de hadas es la voz del pueblo

– No puede todo estar explicado en un libro, porque entonces ya no sería literatura, sería un manual, un folleto explicativo de cómo se maneja algo.

– El libro es tanto del lector como del autor, porque el autor no lo da todo hecho. Simplemente intenta despertar en el lector una curiosidad, una búsqueda, una pregunta.

– La fantasía es fundamental, pero mis libros no son literatura fantástica, sino mágica. La vida es mágica, química, el amor es química, el hombre es química y la química es magia.

– Ver a un niño que no le gusta leer me produce una desazón tremenda. Pero si los niños no leen no es por culpa de ellos. Lo que ocurre es que en España la gente lee muy poco y los niños no ven leer a sus padres y en sus casas no hay libros.

– En todos los países del mundo hay gente a la que no le gusta leer, pero le da vergüenza decirlo, mientras que aquí las personas que no leen tienen a orgullo decir que no han leído un libro en su vida.

– No es verdad que la Literatura infantil sea un género menor. Es literatura como cualquier otra y donde se hallan también grandes obras.

– En general, no me seduce la idea de que los libros se lean en voz alta. No soporto que la voz de otro se me imponga.

– Mis libros pueden ser tanto para niños como para mayores. He procurado que tuvieran todos los ingredientes que debe tener un cuento: fantasía y lirismo; pero también deben conmover, hacer sufrir y hacer llorar, como hace sufrir y llorar la vida.

– Hay libros que, cuanto más se leen, más gustan. Por el contrario, aquellos que pertenecen a la etapa juvenil, aquellos que permanecen en el corazón cargados de ilusión y con cierta confusión debido al tiempo pasado, es mejor dejarlos intactos, es mejor no volver sobre ellos y no tocarlos.

– Escribir es una forma de protestar y es un oficio solitario, como lo es leer.

– Mientras las personas lloren habrá escritores y la literatura existirá; el día en que la gente deje de llorar, ya no estoy tan segura.

– La ignorancia es de lo más arrogante que se puede llegar a concebir. Esa incomprensión e incomunicación es uno de los grandes temas de mis libros.

– “La reina de las nieves” de Andersen es la historia de mi vida. Ese niño que de repente encuentra la palabra eternidad…Ese sentimiento que hoy día es tan difícil de encontrar en los niños que es la curiosidad. Los niños de hoy no quieren saber nada, no tienen nada que averiguar y eso es muy triste. Son como el personaje de “La reina de las nieves”, están helados.

– Todos hablamos con las mismas palabras: “silla”, “nariz”, “hombre”, “mujer”, pero es la forma de colocarlas, de poner una delante de otra o detrás de otra, de dejar espacios en blanco, lo que llega a ser la literatura; es decir, encontrar la verdadera lengua dentro de la lengua.

– Yo recuerdo que cogía libros de la biblioteca de mi padre y no entendía nada, pero lo inventaba a mi modo.

– Si a los niños se les seduce con historias, se apartarán de la televisión.

– Nunca he escrito nada autobiográfico, excepto “El rio”, que son recuerdos de mi infancia en La Rioja. Prefiero inventar, prefiero investigar el ser humano antes de ponerme yo en el centro.

– Las obras que más me marcaron fueron “Ana Karenina”, “Los hermanos Karamazov”, “La isla del tesoro”, “A la busca del tiempo perdido”, “Cumbres borrascosas”…y los cuentos de hadas. Entre los autores españoles actuales, me gustan Vila – Matas, Llamazares o Muñoz Molina.

– La literatura ha sido mi salvación, porque yo de niña tenía tartamudez y me costaba mucho hacer amigos en el Colegio de monjas, ligeramente espantosas, al que iba, donde ser tartamuda era un pecado.

– Todo el que piensa sufre. Pero sufrir te da conocimiento. Yo no soy de aquellos que piensan que el dolor enriquece. Bueno, creo que el único sufrimiento que puede enriquecer es el moral. El físico nunca. El dolor te hace más próximo a los demás. ¿Cómo vas a entender a alguien si tú nos has sufrido antes cosas parecidas que te hagan comprender?

– Escribí mi primera novela a los 11 años y se llamaba “Juanito”. Era la historia de un niño inglés que iba a parar a Francia durante la época de la Revolución Francesa y allí vivía un montón de aventuras en compañía de otro niño francés. A los 17 años escribí “Pequeño teatro” que once años más tarde ganó el premio Planeta.

– Mi primer libro para niños fue “El país de la pizarra” que escribí para mi hijo. Aunque el que más me gusta es “Sólo un pie descalzo”. Tiene muchas cosas mías y es el cuento que he escrito con mayor densidad. Es un libro que lo puede leer perfectamente cualquier persona mayor, porque tiene un trasfondo muy grande. Esto es lo que también ocurre con los cuentos de Andersen, que cuando los lees de mayor te gustan todavía más que cuando eras niño.

– La belleza del lenguaje está en la sencillez. Y esto es, precisamente, lo más difícil. Lo difícil es concretar, decir algo importante con palabras sencillas, cotidianas.

– Mis libros para niños no siempre acaban bien. Me gusta dejar un respiro, una esperanza. No quiero engañar a los niños, no quiero que crean que todo en la vida acaba bien y que el mundo siempre es bonito. “Paulina”, por ejemplo, es una niña que no es guapa, que ha pasado una enfermedad y le han cortado el pelo. Sin embargo, es una niña estupenda.

– La verdad es que no estoy muy satisfecha con la versión cinematográfica que se hizo de mi novela para niños y no tan niños “El polizón del Ulises”. Los personajes no eran cono yo los describí, ni los paisajes, ni la música. Jamás se me consultó a la hora de escribir el guión y menos mal que, al menos, cobré, porque eso es otra cosa indignante.

– La censura tenía oprimidos a los escritores. Era totalmente estúpida y arbitraria. En una ocasión, a un escritor le tacharon las frases en que describía cómo una muchacha se levantaba y se ponía las medias. No sé qué verían en esas medias aquellos ojos podridos, pero se lo tacharon. Y al lado escribieron el siguiente comentario: “La mujer española, lo primero que hace al levantarse es rezar”. Había que rezar sin medias, aunque una se helara de frio.

– A mí me parece muy formativo, muy educativo que los niños conozcan la verdad no sólo de la vida, sino también de la literatura. Debemos darnos cuenta de que la gran literatura es triste y cruel, como lo es la vida.

– La infancia es una isla que hay que abandonar a nado, en busca de un continente en el que no sabemos qué nos espera.

– No fui buena estudiante. Lo hubiera sido de haber tenido buenos maestros. Sólo recuerdo a una, extraordinaria, que fue la única que me ayudó. Se llamaba María del Castillo. Nos trajo la modernidad, con trabajos manuales, pegar objetos sobre cartulinas…Y dibujábamos mucho. Y lo más importante de todo: trajo la poesía, a García Lorca, a la Mistral y a tantos otros. Leíamos en voz alta en clase “Adiós, Cordera” de Clarín…..Yo fue por primera vez en mi vida con ilusión y gusto al Colegio gracias a ello.

– Cuando escribo para niños tengo que pensar en que no debo incluir moralina y tampoco tengo que obligar al niño a ir constantemente al diccionario. Tengo que hablarle en su idioma y, además, hablarle de los temas que a él o ella le interesan que, curiosamente, son universales.

– A los profesores les doy un consejo: que no crean que porque de un libro digan que tiene contenido didáctico es mejor.

– En mi infancia, en España los escritores para niños se podían contar con los dedos de las manos y sobraban dedos. Recuerdo a Elena Fortún o Antoniorrobles…Me nutrí de literatura a través de autores anglosajones y franceses. Para mí el descubrimiento de Andersen, Perrault y los Grimm fue como una revelación.

– Toda novela, toda buena novela, tiene un fondo social, aunque sólo sea para explicar ese malestar que se siente en este mundo cruel, en el que vivir puede resultar en ocasiones tan injusto; un mundo tan materialista, en el que impera tanto tienes tan vales y si te empujo mejor, paso yo. Creo que todo escritor protesta por eso, pero cada uno lo hace de forma distinta.

– Para ser escritor y hallar la inspiración sólo ha de hacerse una cosa: vivir. La vida es la que enseña, ella es la que hace al escritor y la que lo impulsa. El escritor que no vive, el que se encierra y sólo quiere vivir en sus sueños absolutamente privados, como no sea Proust, desde luego no va a escribir y comunicar con los demás.

– Es un gran error decir que el niño es un proyecto de hombre; yo pienso que es al revés: que el hombre es un trocito del niño que fue, porque a lo largo de la vida si cambiamos, siempre es para empeorar.

– “San Juan dijo: ‘El que no ama está muerto’ y yo me atrevo a decir: ‘El que no inventa, no vive”.

– Peter Pan es uno de mis libros icono, pero también todo Andersen, los Hermanos Grimm, Perrault y, sobre todo, Alicia, que lo leí en francés en un ejemplar de mi abuela porque aún no había traducciones al español. Esos los leí antes de la guerra, debía tener yo unos 10 años, pero tiempo después, y hablando de libros para niños, hasta cierto punto Huckelberry Finn me parece que es uno de los mejores libros que se han escrito en el mundo. El viaje de Jim, el esclavo, con Huckelberry por el Misisipi es una maravilla, y además es muy divertido, muy cruel, pero muy divertido.

– Sin humor no hay nada. Yo intento añadir toques de humor a mis libros. El humor es algo que, a veces, echo de menos en la literatura española. Pobre del que no tenga sentido del humor, ya se puede ir a criar cebollas al campo, porque otra cosa no va a sacar, más que cebollas.

– A los niños no hay que escatimarles el lado oscuro de la vida. Aunque entre la literatura actual y los medios de comunicación están arrebatando a los niños la capacidad de imaginar.

– En todos mis libros, por culpa de la censura, tuve que renunciar a fragmentos, hasta el punto que algunas novelas, como “Luciérnagas”, he optado por reeditarlas ahora para que pudiesen leerse como yo las había imaginado. Lo peor era que nunca sabias que censor te iba a tocar. La mayoría eran muy tontos y se podían ensañar con cualquier cosa. Lo grave es que en una buena parte eran escritores fracasados.

– En el pupitre de mi Colegio guardaba mis lecturas que hacía de tapadillo, con lo que ganaba cada castigo….Una vez una monja me quitó un libro y lo tiró a la papelera. Yo fui a casa como un trueno, se lo conté a mi padre y dijo que de ninguna manera lo iba a consentir. Llamó a la monja y al día siguiente esta mujer, con los labios cerrados, fruncidos como la bolsa de un avaro, me devolvió mi libro. Eran los cuentos de Andersen, que yo leía una y otra vez.

– Leer es y debe ser un placer, no una obligación, y por eso no se les puede imponer a los niños. Además, estoy descubriendo todo lo que podrían haberme llegado a gustar las matemáticas, que no soportaba, si me las hubiesen enseñado bien. Así que supongo que ocurrirá lo mismo con todas las asignaturas.

– Hay mucho niño naufrago, adolescentes que a lo mejor ya tienen 40 años, pero no han sabido madurar. Se está educando muy mal.

 

CITAS TOMADAS DE:

-JULIA ARROYO: Entrevista a A. M. Matute, Diario “Ya”, 1972.
-MARIE-LISE GAZARIAN-GAUTIER: Ana María Matute. La voz del silencio, Espasa, 1997.
-XAVIER MORET: Ana María Matute, El País, 23 – XI – 1996
-JORGE RIOBOO: Viaje por la memoria con Ana María Matute, Revista Alacena, nº 27, invierno 1997.
-MARIA LUISA BLANCO: Suplemento “El Semanal”, nº 508, 20 – VII – 1997
-FRANCISCO GARCÍA NOVELL: Revista “Amigos del Libro”, nº 30, octubre – diciembre, 1995.
-ANGELS BALAGUER: Revista “Leer”, septiembre 1999.
-E. MARCO – A. VÁZQUEZ: Entrevista a Ana María Matute, Revista “Primeras Noticias”, nº 176, febrero 2001.
-ROSA MORA: Diario “El País”, 20 – I – 2001.
-QUIQUE FAES: Diario “La Nueva España”, 23 – I – 1999

-ELENA PITA: La Revista (El Mundo), nº 113, 14 – XII – 1997
-GABI MARTINEZ: Revista “Qué Leer”, nº 46, verano 2.000
-JUAN CARLOS MERINO: Diario “La Vanguardia”, 11 – VIII – 2008.

-PEDRO M. VILLORIA: Diario “ABC”, 25 – VI – 2.000

-EMILIA RUIZ MARTINEZ: Diario “ABC”, 23 – VIII – 2002