Pablo Albo (Entrevista)
ENTREVISTA REALIZADA POR JUAN JOSÉ LAGE PARA LA REVISTA PLATERO, nº 194, enero – febrero, 2014
Pablo Albo, alicantino de nacimiento (1971) y albaceteño de adopción, es cuentista de profesión: se dedica a escribir y contar historias. Ha participado en los principales festivales de narración oral de nuestro país y ha contado cuentos en países de Europa, América y Australia.
Tiene publicados treinta y dos libros infantiles. Ha recibido los premios: LAZARILLO en sus dos modalidades: creación literaria en 2008 y álbum ilustrado en 2013; CIUDAD DE ALICANTE 2003; VILLA D’IBI 2008; LEER ES VIVIR 2009 y tres de sus libros han aparecido en The White Ravens, la lista de los 250 mejores del mundo que realiza cada año la Internationale Jugendbibliothek (Biblioteca Internacional de la Juventud), con sede en Munich.
1) Para que nuestros lectores te conozcan, define tu estilo, tus temas preferidos, tu manera de escribir…
Me gustan las palabras y lo que pasa cuando las juntas. Cambian de significado. Me gusta lo descabellado. Me gusta inventar tonterías y, a partir de ellas, tonterías más grandes. Me interesa la capacidad de crear que tienen las palabras.
No tengo un tema preferido. Me gusta el humor. Me interesa divertirme escribiendo. No tengo una intención previa cuando empiezo a escribir una historia. Me gusta dejarme llevar por ella. Dejo que las palabras me vayan sugiriendo el camino. A veces, apoyo el lápiz en el papel y le dejo hacer. La primera idea no suele ser interesante, pero me lleva a la segunda. La segunda idea me lleva a la tercera y así, así, se va formando la urdimbre.
Creo que mi vicio es el humor, por lo que tiene de sorpresa. Pero a lo mejor busco en realidad la sorpresa, por eso también escribo historias que no dan risa.
2) Cuéntanos algo de tus gustos literarios, tus lecturas de infancia…
Recuerdo la llegada del bibliobús a mi barrio como el gran acontecimiento quincenal. Los chiquillos corríamos como locos para ser el primero en entrar, porque había pocos comics. Leí lo común de la época, Enid Blyton y cosas por el estilo. Recuerdo la fascinación que sentí al leer «La historia interminable», «El museo de los sueños», «El misterio de la isla de Tokland», «El hombrecito vestido de gris y otros cuentos» y «Veva».
Tuve buenos profesores de literatura en el instituto: Nemesio y Mª Ángeles Claramunt, que no me obligaron a leer el Quijote entero (siempre les estaré agradecido) y por eso no aborrecí la lectura.
Ya de adulto disfruté con «Los Batautos», «Winnie de Puh» (versión original, claro), «Sapo y Sepo» y autores como Janosch. Soy fan de «Pomelo» y de «Olivia». Siempre ando olisqueando álbumes ilustrados.
3) ¿Cómo fueron tus inicios con la LIJ?
Mis inicios fueron a través de la oralidad. Empecé a contar cuentos de viva voz para adultos y después para niños.
Gracias a Juan Vera, bibliotecario de Elda, Alicante, descubrí la buena literatura infantil y quedé atrapado. Pero, aunque escribía las historias que contaba para adultos y leía mucha literatura infantil me costó empezar a escribir para niños. Recuerdo que un día Pablo Auladell y yo decidimos presentarnos al concurso de álbum ilustrado organizado por el ayuntamiento de Alicante y Anaya con «El espantapájaros». Y no lo ganamos, pero recibió una mención especial del jurado. Eso nos animó mucho.
4) ¿Hay algún autor de LIJ que consideres clásico y que tengas de referente?
Me fascina Juan Farias.
5) ¿Por cuál de tus libros sientes predilección? ¿Reformarías alguno de ellos?
Podría decir que los quiero a todos por igual pero caería en un tópico (y además sería mentira). De todas maneras permítame no dar títulos. Es cierto que los más valorados por el público no suelen coincidir con los míos. Y que espero encontrar una segunda oportunidad para títulos que pasaron un tanto desapercibidos como Melena.
¿Si reformaría alguno? Claro, pero no voy a decirle cómo ni por qué. Si acaso para hacerlos menos amables quitarles alguna corrección política que se me coló de joven.
6) Los índices de lectura en España permanecen estancados hace años. ¿Cuál sería para ti el plan de fomento ideal?
No me cabe la menor duda de que debe partirse de la oralidad. Descubrir las historias a través de las orejas, disfrutarlas. Desposeerlas de intenciones políticas, morales o pedagógicas. Disfrutar la literatura. Entender su sentido artístico.
Romper ese castigo que se infringe a los niños por aprender a leer: «Como ya puedes leer tú solo no hace falta que papá te los cuente». Romper ese castigo que se infringe a los jóvenes: Cómo ya no eres pequeño tus libros no son ilustrados.
También creo que es un gran error hablar de literatura infantil y juvenil, cuando los libros infantiles y los juveniles no tienen nada en común. Es como juntar «lo que no es para adultos». No me gusta. Creo que es un punto de partida equivocado.
7) ¿Cómo ves el panorama actual de la LIJ es España?
No sabría valorarlo. Veo que ahora hay más editoriales cuyo trabajo me atrae. Pero también han surgido muchas otras cuyo interés no es la literatura y por tanto no me interesan.
8) ¿Qué responderías a quienes consideran la LIJ como un «arte menor»?
¿Qué características debe tener para ti un buen libro infantil?
Que están tontos. Pero les entiendo. Yo mismo he tenido esa idea. La verdad es que solo una pequeña parte de lo que se publica merece la pena y no suele ser lo más visible. Me duele cuando se promocionan libros por su «utilidad» o por «los valores que contienen».
Como lector me doy cuenta de lo que cuesta encontrar libros buenos entre la morralla. Los libros infantiles malos son tan malos, o peor que los que se escriben para adultos. Los buenos, pues igual de buenos o mejores.
También es cierto que no es fácil abrir un libro y dejarle hacer. Tenemos la cabeza llena de cosas que esperamos de él.
Sabemos lo que queremos. Comparamos con lo que leemos con las expectativas que teníamos. Es difícil enfrentarse a un libro como a un paisaje. Dejarse envolver por él sin comprenderlo, sin prisas y sin pretensiones. Disfrutar del encuentro. Sentirlo.
¿Qué características debe tener para mí un buen libro infantil? Un buen libro es como un buen árbol, si no te acercas con cuidado te llevas un trompazo.