Mónica Rodríguez Suárez (Entrevista)

MÓNICA RODRÍGUEZ

(Realizada por ANA MARÍA ÁLVAREZ RODRÍGUEZ para la revista PLATERO nº 220 (marzo – abril 2019)

  • Tras la lectura exhaustiva de sus libros, se supone que realiza un trabajo previo de documentación que, en algunas de sus obras, llega a ser muy minucioso. ¿Imagina, consulta, viaja, estudia mucho…? ¿Cómo prepara el contexto externo o interior de sus personajes?         El trabajo de documentación cambia mucho de unos libros a otros, según la exigencia de cada historia. En ocasiones he tenido que leer incluso varios libros de literatura, biografías y libros de viajes. Otras veces, puede bastar con leer buenas páginas en Internet sobre la temática, reportajes o ver algún documental. Es un trabajo bonito porque aprendes mucho. Normalmente comienzo la novela antes de haber realizado todo el trabajo de documentación y lo llevo en paralelo. También suelo ponerme fotografías de los paisajes, pequeños vídeos, etc.

 

  • La nostalgia y los recuerdos (La bicicleta de Selva, Las flores de Irina, La sombra del membrillero, El hotel…) son una constante en su producción creativa.             Los recuerdos nos habitan, nos hacen. Recordar viene de la palabra latina cordis (corazón) y el prefijo re (volver a), es decir, recordar es volver a pasar por el corazón y eso hacemos, por eso me gusta escribir desde ahí, desde el recuerdo. También la nostalgia aparece muy a menudo en mi literatura porque en muchas ocasiones hablo de la infancia desde la edad adulta y por tanto la nostalgia aparece como la pena de lo perdido que vuelve y, en cierto modo, nos reconforta. La infancia es más larga que el olvido, decía Ana María Matute.

 

  • En muchas de sus obras aparecen personas mayores, ancianos en las tramas de sus libros (La bicicleta de Selva, Diente de león, Palabras caracola, El círculo de robles, La última función, El hotel…) ¿Qué valor confiere a estos personajes, en una sociedad donde prima la juventud y el éxito?           Creo que los abuelos son un referente importantísimo para los niños. Esa unión abuelo-nieto es de las más bellas. A la mirada experimentada se le suma la mirada nueva del niño en un lazo emocional intenso. Tal vez lo vea así por mi relación con mis abuelos. En cualquier caso, creo firmemente que debemos darles el valor y el respeto que les corresponde a nuestros mayores como poseedores del conocimiento y de la experiencia. Hoy en día, además, tenemos una esperanza de vida muy elevada, sociedades envejecidas y muchas personas mayores viviendo solas. La sociedad debería situarles en el lugar que les corresponde.

 

  • ¿Qué relación personal otorga a la naturaleza (Las flores de Irina; Piara, Esta, la vida; Nazsca…) tan presente en sus historias?          Yo soy una persona de ciudad, sin embargo, siento un vínculo muy fuerte con la naturaleza. Somos parte de ella, nos rodea, nos invade. Su belleza colma nuestros sentidos, incluso cuando no somos conscientes de ello. Por eso aparece tanto en mis libros. La naturaleza siempre está ahí. Es poderosa y nos recuerda que no somos más ni menos. Que somos animales y que algún día nuestras células formarán parte indisoluble de ella.

 

  • Campo, tierra firme y también mar, (Palabras caracola, Manzur, La última función, Alma y la isla…) entornos costeros. ¿Qué aportan estos escenarios a sus creaciones?               El mar (la mar) tiene un poder atractivo enorme. Su grandeza, su belleza y su crueldad, o más bien su indiferencia, la convierten en un elemento de gran fuerza poética. Todo lo que sentimos al ver el mar (nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, nuestra brevedad) solo puede descifrarse a través de la literatura, de lo poético. Y en contra partida está la tierra firme, con sus ataduras, su solidez, su cobijo y sus sueños de libertad. El campo por su parte nos acerca a lo que somos, a nuestra animalidad. A la Naturaleza.

 

  • Los árboles también están presentes en sus relatos y en los títulos de sus libros: El naranjo que se murió de pena, El círculo de robles, La flor de bambú, La sombra del membrillero…      Incluso tengo un libro de relatos titulado Cuentos de té y otros árboles, donde los ocho relatos giran en torno a distintos árboles. También tengo un poemario infantil, sin publicar, titulado Todos los árboles. Está claro que ejercen en mí una atracción poderosa. A veces incluso los abrazo. Es una sensación extraña y deliciosa. Están vivos y en la mayoría de las ocasiones han vivido y vivirán muchos más años que nosotros. Y qué sabemos, al fin, de los árboles. Qué sienten, cómo se siente un árbol.

 

  • En su caso la infancia es un territorio difícil de abandonar con la madurez. Los personajes infantiles, siendo los auténticos protagonistas, priman sobre otros que no son su familia directa tal que padres o hermanos. ¿Por qué prefiere construir relaciones interesantes con parientes y amigos (La flor de Bambú, El hotel, Trumpet…) dejando, con frecuencia, en segundo plano el núcleo familiar natural?              El núcleo familiar, en circunstancias normales, protege, educa, establece normas, cobija. Por eso para tener aventuras es necesario salir del nido, explorar nuevos caminos, nuevas personas y a partir de esos encuentros crecer. Construirnos.

 

  • También la música (Trumpet, La partitura) la danza (Biografía de un cuerpo), la pintura (El día que conocí al Greco, La sonrisa de Clara…) son fuente de inspiración para Vd. ¿qué relación tiene con estas artes tan hermosas?           El arte nos explica. Nos transforma. Ofrece un lugar donde encontrarnos y donde conocer otras miradas. Nos formula el mundo desde otra perspectiva. Las disciplinas artísticas son necesarias e inherentes al ser humano. Por eso cualquier tipo de arte me fascina. Que alguien sea capaz de conmovernos con sus pinturas, su danza, su música me parece tan apasionante y bello, tan misterioso que tengo necesidad de escribir sobre ello.

 

  • En los relatos para niños está admitido como políticamente correcto no tratar el tema de la muerte. Incluso hay finales de cuentos en versiones, con modificaciones para evitarlo. La muerte también aparece como realidad social, tangencial unas veces, otras explícita en sus historias.      La muerte es parte de la vida. De hecho, la única certeza que tenemos es que vamos a morir. El resto está por descubrir, por escribir. Por eso, como parte irremediable y natural de la vida, creo que es necesario (y también de algún modo inevitable) hablar de ello en la literatura, y por tanto, también en la literatura infantil y juvenil. No se debe edulcorar ni falsear la realidad. En la literatura debe haber verdad, debe haber honestidad. Al fin y al cabo, es una herramienta nacida para explicar la vida, para explicar lo inexplicable y por tanto la muerte. Solo hay que encontrar el modo de hacerlo para que no sea traumático ni burdo. El lenguaje tratado de manera cuidada y bella se encargará de ello.

 

  • Situaciones difíciles que tiene la vida en las que los menores también se ven afectados: crisis-paro (El tren de Vilso, Un trabajo para Magda…), enfrentamientos (El naranjo que se murió de tristeza…), desarraigo y emigración (Alma y la isla, El asombroso legado de Daniel Kurka…), relaciones rotas (Kerida Azubá…), graves peligros (Naszca…). Otros autores escriben edulcorando las historias para niños o situándolas en escenarios fantásticos lejos de toda realidad, forzando finales felices, trastocando maldades en bondades simpáticas. Usted no rehúye estos contextos.         No, por supuesto. Es lo que hablábamos antes. En el libro “Sputnik mi amor” de Murakami se cuenta la anécdota de la presentación de la película del Oeste Grupo salvaje. En la rueda de prensa una periodista le reprochó al director que hubiera tanta sangre. Y él contestó: “Pero señora, es que cuando te disparan, sangras.” La literatura puede ser fantástica, puede hablar de otros mundos, pero no puede falsear la realidad, debe contener verdad y en la vida hay desarraigo y emigración y enfrentamientos. No podemos decirles que si te disparan no sangrarás.

 

  • En su dedicación académica priman los estudios de ciencias ¿de dónde le viene esta vocación literaria?         Desde pequeña leo. Lo hago porque mi madre y mi abuelo eran muy lectores y nos contagiaron ese virus de la lectura. Cada noche, desde niña, leo en la cama, antes de dormir. Es algo que no podría dejar de hacer. Supone uno de los mayores placeres de mi vida. Esas lecturas son las que me fueron llevando hacia la vocación literaria. Comenzó con la poesía, después el relato y por último la literatura infantil y juvenil. La literatura, en cualquier caso, con mayúsculas.

 

  • La tía Clío tiene una formación universitaria e investigadora, como la suya, pero con una libertad juguetona en su ADN que determina su pulsión vital. ¿Qué rasgos del personaje la descubren como autora del relato? ¿Piensa que escribir sintiéndose una niña, hace que los niños, en su lectura, se identifiquen con facilidad y disfruten más con las historias que Vd. les propone?          “La tío Clío” tiene cosas mías como el humor o la curiosidad científica, pero llevados a un extremo disparatado. Al escribir sobre los personajes, nos metemos en su piel, vivimos sus experiencias desde su singularidad y eso hace que cuando el personaje es una niña o un niño uno tenga que mirar desde sus ojos, volver a la infancia. Conseguir ponerse en ese lugar puede facilitar que el personaje esté bien construido y acercarse a la sensibilidad e intereses de los niños. Pero va más allá de sentirse un niño o una niña, porque hay que transformarlo luego en palabras, en imágenes y para eso es necesaria la mirada adulta también, al menos, la experiencia y el oficio de escribir.

 

  • ¿Ha pensado en alguna colección más “científica” o de carácter divulgativo aprovechando su formación?       Este año publiqué dos biografías de científicos: Lise Meitner, una física nuclear que vivió las dos guerras mundiales, poco conocida por ser mujer y judía, y la de Isaac Newton. El texto está escrito para que interese también a niños y además se añaden algunos conceptos físicos explicados de forma muy simple que ayuden a comprender sus grandes aportaciones a la ciencia. Es la única vez que he escrito uniendo mi formación científica y literaria. No tengo previsto nada más en este sentido, pero tampoco lo descarto.

 

  • ¿En alguna ocasión le ha tentado el salto de la narrativa al teatro o a la poesía?           Poesía escribí durante muchos años, más de quince, pero lo fui abandonando para escribir narrativa, aunque en mis textos siempre está de una forma u otra.           Escribo teatro para ser representado por niños desde hace muchos años. Son las obras que ponen en marcha el grupo de teatro del colegio al que iban mis hijas, cuya profesora es una de mis mejores amigas. Este año además publiqué con SM, en la colección el Barco de Vapor, dos libros de teatro para niños.

 

  • ¿Qué consideraciones apuntaría en este momento de admiración tecnológica? ¿Qué vida le espera a las historias leídas y contadas en voz alta? ¿La lectura de libros tradicionales en papel, entre niños y jóvenes, que parece estar de capa caída?            Yo creo que las tecnologías no restan, suman y en ese sentido estoy segura de que las historias leídas, en voz alta, los libros tradicionales no desaparecerán. De hecho, no lo están haciendo. Sí que es verdad que la oferta tecnológica (móviles, vídeo-juegos, realidad virtual, youtube…) es muy atractiva y otorga recompensas rápidas, sin esfuerzo y adictivas, que quitan espacio para la lectura, una actividad íntima que requiere una lentitud y una destreza. Pero cuando se descubre el poder de los libros, el placer y los beneficios que ofrecen son tantos que encuentra su lugar. Por eso la sociedad, desde todas las instituciones, debe fomentar ese espacio, ese tiempo y esas ganas de adentrarse en la lectura.

 

  • En la edición de sus libros, ¿participa directamente en la selección del ilustrador o suele quedar a criterio de la empresa editorial?            Habitualmente es la editorial quien elige al ilustrador. Los editores conocen mucho más el mercado de la ilustración y son profesionales de los libros. En alguna ocasión yo propongo a algún ilustrador que creo que puede encajar con el texto y la editorial lo valora. A veces siguen mi propuesta y otras no.

 

  • Siendo muy difícil para la madre de las “creaturas”, ¿cuáles tienen esa consideración especial por parte de su creadora?             Libros que han significado y significan mucho para mí: Alma y la isla, Biografía de un cuerpo, Piara, Trumpet, El viaje de Tuba, Un gorrión en mis manos, El viaje de Malka, Annakuti… (y podría seguir.)          En efecto, esta pregunta es siempre muy difícil de responder. En los colegios la eludo diciendo que el libro que más me gusta es el siguiente que voy a escribir y en parte es así porque uno siempre tiene la ilusión de poder hacer las cosas cada vez mejor. La experiencia me ha demostrado que no siempre ocurre. Tengo 44 libros publicados y muchísimos más sin publicar. Entre ellos hay muchos libros que han significado mucho para mí que me han cambiado como persona y con los que he aprendido mucho en el proceso de escritura y otros, que han supuesto menos (y no necesariamente tienen por qué ser libros sin publicar).

 

  • ¿Qué efecto le producen los múltiples premios y galardones recibidos?             Los premios son un aliciente, una palmada en la espalda, un foco para tus libros y en mi caso, sobre todo, tiempo para poder dedicarme a este oficio que tanto me apasiona. Pero también hay que tener los pies en la tierra y saber que un premio no deja de ser la elección de un jurado, es decir de unas personas con sus gustos y sus experiencias personales, y que la suerte interviene también en este proceso.

 

  • Finalmente, ¿desea añadir alguna apreciación que considere necesaria?           Simplemente dar las gracias por vuestro trabajo de promoción de la literatura infantil y juvenil desde hace tantísimos años con una revista de calidad como esta. Gracias también por incluirme a mí en este número.