María Isabel Molina Llorente (Entrevista)

                 ENTREVISTA A MARIA ISABEL MOLINA LLORENTE

Por CARLOS BENJAMIN PEREIRA MIRA

                     (Para la revista PLATERO nº 210, marzo – abril, 2017)

 

-PREGUNTA: En el monográfico que la revista Lazarillo [núm. 28 (2013)] dedica a “Hans Christian Andersen” usted reconoce que, en su infancia, los cuentos del autor danés -y, muy especialmente, “El patito feo”- eran sus predilectos, ¿qué otros escritores y títulos de cabecera tenía en sus inicios como lectora?

-RESPUESTA: Es difícil responder porque era una lectora insaciable, que devoraba toda letra impresa que caía en mis manos ¡hasta los cucuruchos de hojas de periódico en que entonces se vendía la fruta, las cebollas y las zanahorias! Antes de ir al colegio, ya había leído todos los cuentos clásicos (Andersen, Perrault, Grimm) y había descubierto un libro de lectura de mi padre cuando iba a la escuela: era “Corazón” de E. Amicis. Y luego, también “Las niñas modelo” de la condesa de Ségur y las novelas de Charles Dickens y “Heidi” y “Las mil y una noches” en una edición adaptada y maravillosamente ilustrada que me regaló mi padre cuando tenía siete años.

-PREGUNTA: ¿Cómo recuerda los comienzos de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, de la que fue cofundadora y es socia veterana, articulista y tesorera?

-RESPUESTA: A principios de los años 80, un grupo de personas cercanas a la literatura infantil y juvenil, fundamos la asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil para, según decían los estatutos que elaboramos entre todos, “recoger, coordinar, difundir y promover iniciativas que… tiendan a la creación, promoción y difusión del libro infantil y juvenil y a la promoción a la lectura en la infancia y en la juventud”.

Sólo éramos unos pocos, pero convencidos de que podíamos hacer un buen trabajo de que íbamos a crecer de inmediato; que había muchas personas ocupadas y preocupadas en la literatura infantil y juvenil y que todos juntos podíamos hacer visible una literatura importante y que en demasiadas ocasiones, para la mayoría -críticos literarios incluidos- no existe.

Nacíamos con ímpetu; a nuestra primera asamblea -ya casi éramos un centenar de asociados entre editores, escritores, ilustradores, bibliotecarios, periodistas,   maestros…- se presentaron varias candidaturas al comité ejecutivo, hubo un animado debate electoral ¡y hasta llegaron votos por correo certificado!

Nuestro primer presidente, elegido por mayoría en buena lucha electoral, fue Miguel Azaola, director de las colecciones infantiles de las editoriales del grupo Santillana, un editor al antiguo estilo, de aquellos que conocían toda la buena literatura, la de adultos y la de niños y distinguían con instinto certero la buena de la mala prosa, una persona que podía corregir un adverbio mal empleado en cinco idiomas diferentes, y tutear a personas importantes no sólo en España sino también en Europa. Un lujo de presidente para una asociación que comenzaba a caminar. Nos duró poco tiempo, porque el nombramiento de presidente de la Asociación Internacional para el Libro Juvenil (IBBY) en 1982, le obligó a dejar nuestra presidencia. Pero habíamos aprendido la fórmula y nuestros sucesivos presidentes -cada uno en su ámbito profesional- fueron también de lujo.

-P: ¿De todas las temáticas tratadas en los inicialmente denominados “Puntos de Encuentro” (luego, “Debates de Literatura Infantil y Juvenil” de la Asociación), ¿cuáles han quedado en el tintero y cuya realización futura propondría?

-R: No hay muchos en cartera. Al proponer los “Debates” se atiende principalmente a un criterio de actualidad e interés.

-P: Escritores, ilustradores, editores, bibliotecarios… ¿qué papel corresponde, a su juicio, a los docentes en la promoción de la lectura entre los niños y los jóvenes?

-R: El docente, el maestro –que me gusta mucho más, porque muchos pueden ser docentes, pero sólo algunas personas pueden ser maestros- enseña a leer. No a juntar las letras, sino a leer, a entrar en el mundo que se esconde detrás de esos signos que llenan las páginas de un libro. A disfrutar de la aventura, a vivir otras vidas, otros viajes, a experimentar sentimientos y sensaciones nuevas. Los otros –escritores, ilustradores, editores, bibliotecarios…- ofrecerán la materia, el libro, la imagen, la aventura. El maestro es el que da la llave que permite entrar en ese mundo. Y a veces parece que la llave no está bien terminada ¡y no abre!

-P: Dos de sus novelas, “El Señor del cero” y “El herrero de la luna llena” han sido traducidas al alemán, al coreano y al catalán, la primera, y al gallego, la segunda. ¿Qué relevancia concede a las traducciones en la difusión de su ya extensa producción escrita?

-R: Es la posibilidad de ampliar lectores. De llegar a los adolescentes de otras culturas. Y a veces me sorprende mucho. El Señor del cero, una narración situada en la alta edad media en España ¡lleva varias ediciones en coreano!,

-P: ¿Con cuál de sus personajes literarios se siente más identificada? ¿Guarda especial cariño a alguno de ellos por motivaciones estrictamente personales?

-R: Mi personajes suelen ser jóvenes que crecen –no solo en sentido físico- que tratan de ser personas en el amplio sentido de la palabra y encontrar el camino de su vida. Por supuesto les tengo cariño a todos, pero tal ver de un modo especial, mis preferidos sean los secundarios.

-P: Para una escritora multipremiada como usted (Doncel, Provincia de Trento, CCEI…), ¿qué papel desempeñan los galardones literarios en su proceso de escritura? ¿Son de algún modo equiparables al agradecimiento de su joven público lector?

-R: Un premio es como una palmada de aprobación y felicitación en el hombro, que personas expertas –los jurados- te dan en un momento determinado. Se agradece mucho, se piensa: “¡Vaya! Lo estoy haciendo bien”

El agradecimiento, la fidelidad de los jóvenes y adolescentes que me leen es una gran alegría y una responsabilidad. Cuando se escribe un libro, nunca se conocen las consecuencias, las impresiones, las decisiones en que va a influir en el lector.

-P: Encabeza “Trampa para un pintor” con una agradecida dedicatoria a su hermana, la también prestigiosa escritora de Literatura infantil y Juvenil Pilar Molina Llorente. ¿Qué influencias recíprocas -temáticas o estilísticas- cabría evidenciar en sus respectivas prosas?

-R: Mi hermana Pilar es una experta en arte y su colaboración me fue imprescindible para adentrarme en el mundo y en la técnica de los talleres de pintura del Renacimiento. ¿Influencias? Las que se dan de un mismo ambiente, una misma familia, unos mismos recuerdos. Pero nos separan los argumentos, el tratamiento de los textos –más poéticos en mi hermana- e incluso la forma de empezar la creación de un libro.

-P: ¿Tiene ya en mente su próximo proyecto literario? ¿Podría anticiparnos algún detalle?

-R: Ya está muy avanzado. Puedo anticipar que no va a ser de tema histórico, sino en cierta forma, de misterio.

-P: Una última pregunta de “fan incondicional”, ¿para cuándo una tercera entrega de las aventuras de Victoria y Alejandro?

-R: ¡No lo había pensado! Pero me pongo a darle vueltas… podría ser…